5 DE NOVIEMBRE: SOMOS HIJOS DE DIOS.

Mateo 23, 1-2 “Todos ustedes son hermanos”

La familia es el núcleo social más importante para el ser humano, o así debería de ser. Es donde aprendemos a ser agradecidos, a pedir las cosas por favor, a relacionarnos con los demás; es donde empezamos a convivir con otros y a tratarnos con respeto y principalmente es donde aprendemos a amar. En ocasiones las familias son todo lo contrario; en algunas es donde se aprende a competir por el amor de los padres, es donde se compara a los hijos, es el lugar que expone rivalidades y envidias ente parientes y deja de ser, el núcleo de amor donde crecemos para ser personas de bien.

Todos somos hermanos, nos dice Jesucristo y eso significa que todos somos iguales, con diferente características que llamamos dones , virtudes y talentos. Cada uno fuimos creados por el mismo Padre y a cada uno nos creó para realizar diferentes funciones en nuestra vida. Unos para ser sacerdote, otros maestros, padres, barredores, choferes, abogados; unos para escuchar y otro para actuar en favor del bien común. Pero todos tenemos la misma característica que es, ser hijos de Dios llamados a ser santos. En eso somos todos iguales.

Tu ¿Has reconocido tus dones, tus talentos y tus virtudes? Está bien si crees que no sabes de que hablo, porque estoy segura que tienes más de uno y aun no te das cuenta. Una persona que ora, descubre más pronto sus virtudes porque tiene el corazón más dispuesto a escuchar la voz de Dios y poder seguir procurando el bien y no vivir en la obscuridad de no creerse importante ni en su propia vida.

Tal vez eres muy bueno con la música o el dibujo, o te gusta mucho cocinar o bailar, o a lo mejor eres un genio en las matemáticas o simplemente en poner atención a las cosas nuevas y aprendes rápido. Todos esos son dones y talentos que nos hacen ser quien somos y en el camino a la santidad debemos saber utilizar todo esto que somos, para el servicio de los demás, para un mundo de paz, para querer ayudar a otros con alegría, para ser responsables en lo que nos corresponde y ser hermanos en el amor que Dios ha sembrado en nuestros corazones.

Propósito de hoy: Recordar que soy hijo de Dios al igual que tú y que eso nos convierte hermanos de amor.