Juan 8, 1-11
“El que este sin pecado que tire la primera piedra”
Este pasaje de la mujer adúltera a la cual quieren apedrear es “muy rico”. Podríamos centrarnos en el pecado de la mujer, en la ley que apedreaba a las mujeres, en lo que Cristo escribía en la tierra, como digo, es muy rico. Pero quisiera invitarles e invitarme a meditar en la misericordia, en el inmenso amor que Cristo tiene para con los pecadores.
Cristo es un caballero en todo el sentido de la palabra. La mujer a caído en lo más bajo, está llena de vergüenza, de miedo, Cristo no la condena, sino todo lo contrario, la mira con ojos de bondad, de comprensión, de amor. Esa mirada le devuelve a la mujer su dignidad, su confianza, su seguridad. Esa mujer encuentra en esa mirada lo que jamás había encontrado, un amor incondicional, un amor verdadero, un amor real, un amor personal.
Dejémonos mirar por Cristo para que restaure nuestro corazón herido. Estamos a las puertas de la semana que nos abrirá las puertas del cielo. Bajemos el ritmo, tomemos unos momentos para mirar a Cristo cara a cara, y que esa mirada llene nuestro corazón de amor y nos levantemos confiados en que con Su amor, lo podemos todo.
Propósito: hoy mirar a Cristo y dejar que Su Mirada toque mi corazón en un momento de oración, en la eucaristía o confesión.