7 DE OCTUBRE: HÁGASE EN MÍ.

Lucas 1, 26-38 “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”

Sin lugar a dudas estas palabras dichas a una jovencita hace más de 2,000 años, son tan hermosas como impactantes. “!Alégrate, el Señor está contigo!” ¿Qué habrá pensado la inmaculada Virgen María? quien al entender estas palabras, le dijo que sí a Dios. El Fiat de María, se dice; y significa el “sí de María”, que en su inocencia y virtud, recibió la gracia para que de su vientre naciera el Hijo de Dios: Jesucristo nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero.

“No temas María” le dijo el ángel. ¡Claro que temía! Imaginemos a un ángel, para empezar; la figura majestuosa que suponemos tiene un ángel, brillante y encantador que se acerca y le dice que será la Madre Virginal del Hijo de Dios…¡Qué susto! ¡Qué bendición! ¡Qué honor! ¡Qué temor!

Has escuchado esa vocecita que te dice: no temas, o esa sensación de consuelo en tu dolor, o cuando sientes una angustia en tu pecho y de repente sientes paz…ese es Dios, o su ángel enviado a calmar tu sufrimiento, nuestro sufrimiento y a acompañarnos para saber que somos amados por Él.

El temor nos llega cuando desconocemos lo que sigue, igual que a María, ella no sabía de momento lo que significaba ser la Madre del Hijo de Dios. Cuando tenemos temor, más debemos confiar en Dios, en Jesucristo y en la misma María, que es nuestra Madre, porque al decir que Sí, inició una historia de amor por la humanidad en la llegada de su Hijo Jesús, convirtiéndose en madre eterna de cada uno de nosotros.

“Hágase en mí, según tu palabra” y así se entregó a la voluntad de Dios. ¿Qué tan dispuestos estamos nosotros en imitar a María cuando escuchamos la voz de Dios? ¿Escuchamos la voz de Dios? ¿Tenemos la sensibilidad para estar listos a Dios?

Vivimos vidas correteadas, donde el trabajo, los hijos, las responsabilidades nos impiden tener un encuentro con Dios para escuchar su mensaje. Pero, en verdad, solo debemos detenernos un momento y darnos cuenta que Dios vive en nuestro corazón, que no hay que buscar muy lejos, solamente necesitamos dejarlo ser, permitirnos amar y perdonar para que lo que nos mueva y motive sea ese Sí de María en nuestro corazón.

Propósito de hoy: Decirle que Sí a Dios para ser testimonio del amor de nuestra madre María.