29 DE SEPTIEMBRE: TE ESCUCHO EN EL SILENCIO.

Juan 1, 47-51 “Mayores cosas has de ver”

El Evangelio de Lucas nos habla hoy de fe. Natanael creyó en Jesús cuando le dijo que lo vio debajo de la higuera. Jesús escuchó el dolor de aquél a quien llamó a seguirlo, tal y como nos escucha a nosotros, en nuestro dolor y sufrimiento, en nuestro silencio.

Cuando Dios nos escucha, se prepara para respondernos; muchas veces nosotros no estamos listos o dispuestos a escucharlo  y es que tampoco es una tarea muy fácil. A Dios hay que escucharlo en el silencio de nuestro corazón, en ese silencio bonito y armonioso que nos viene cuando estamos en oración, en devoción por las cosas de Dios y cuando nuestra mente no está viviendo tormentas que nosotros mismos nos creamos. La contemplación nos ayuda a escuchar la voz de Dios, que apacigua cualquier tempestad.

Puede parecer que eso es solo para las religiosas y los sacerdotes, pero no. ¿Recuerdan los relatos donde Jesús subía al monte a orar? Ese de 40 días y 40 noches ha sido el más importante, también hubo otros momentos donde él se separaba de sus discípulos para estar en silencio con Dios, él preparaba su alma, su corazón y su razonamiento para oír la voz de Dios y poder disponerse al dolor en obediencia a lo que le correspondía vivir. El silencio armonioso nos invita a dialogar con Dios y muchas veces por medio de Jesucristo y María Virgen podemos nosotros también hablar con él, contarle cómo nos sentimos y recordarle lo mucho que lo amamos y confiamos en él y que estamos listos para seguirlo.

Mayores cosas hemos de ver cuando actuamos con la sabiduría de Dios, cuando brindamos paz a los demás por medio del servicio, con nuestra bondad, siendo compasivos y buenos amigos. Cuando nos acercamos al otro y le pedimos perdón buscando la reconciliación, también al querer perdonar.

Es entonces que veremos  nuestra vida cambiar de manera positiva,  porque Dios quiere que comprendamos  que amarlo a él, es para el bien de nosotros mismos.

Propósito de hoy: Hoy voy a procurar  aprender a escuchar a Dios en el silencio bonito, con el corazón.