28 DE SEPTIEMBRE: ERES PARA TODA LA VIDA.

Lucas 9, 7-9 “Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas”

¡Jesús! ¿Lo conoces?

Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios y al que pocos hemos sabido reconocer en nuestra vida. Hablamos de Jesús desde hace dos mil y tantos años; sigue siendo un tema de conversación, no nos olvidamos de él, de su crucifixión y de su don para sanar enfermos, curar leprosos y llenarnos de gracia con su amor.

Hay muchas personas que han oído hablar de él, pero jamás lo han visto. ¿Eres una de ellas?

¿Te acuerdas de alguien de cuando eras chico? Y qué es lo que más recuerdas ¿lo recuerdas con cariño, de manera agradable, te acuerdas si era bueno o si hacía maldades? Que bien se siente cuando hacemos memoria sobre nuestros amigos del colegio, o de la universidad y nos acordamos de las travesuras que hacíamos, de los amores, de los grupos de estudios en la casa.

Cuando recordamos al Hijo de Dios, estamos mal. ¡Deberíamos vivir a Jesús todos los días! ¡Claro que sí! Jesucrsito no debe ser como aquellos amigos del pasado, porque él es nuestro presente. Tenemos la mala costumbre de acordarnos de Jesús cuando estamos en apuros, cuando queremos algo y se lo pedimos, cuando nos sentimos solos en el mundo. Y por más duro que suene, es porque no nos acordamos de Jesús que nos pasan las cosas que nos pasan; porque cuando hay Dios en el corazón también hay amor y hay esperanza y está esa alegría de vivir sabiéndonos siempre acompañados y protegidos. “Ése” que camina por la vida hablándonos de reconciliación y de perdón, “ése” que sana y cura y consuela, “ése” que no nos da la espalda…sí “ése” ¡es el Hijo de Dios!

Sabemos que Dios está entre nosotros porque en nuestro actuar siempre tenemos la tendencia por el bien, por estar presente en la vida de nuestros hijos, o por acompañar a nuestros padres y abuelos, o cuando ayudamos a otros y servimos a los demás con alegría, sabiendo que hacemos lo que hacemos, como lo hacía Jesús, por amor.

Y entonces nos convertimos en testimonio del que murió por nosotros, por nuestra salvación y sabemos que el amor nos lleva al perdón, a la reconciliación, así como él nos perdona siempre que acudimos a él.

Propósito de hoy: Recordar que Jesús vive en mi corazón todos los días, no solo cuando lo necesito.