09 DE SEPTIEMBRE: TAMBIÉN EL SÁBADO ES UN BUEN DÍA.

Lucas 6, 1-5 “El Hijo del hombre, también es dueño del sábado”

Jesucristo hace esta afirmación refiriéndose a la crítica que hacen los fariseos sobre lo que se puede y no hacer en día sábado y con esta frase quiere enseñarnos que todo lo que viene de Dios es bueno en cualquier momento del día,  la semana, o el mes.

No hay un día específico para hacer las cosas de Dios ¡Todos los días son buenos! Vivimos en un mundo a veces tan cerrado, que no nos damos el tiempo para entregarnos al servicio de los demás con ese amor verdadero, como el de Jesús. A utilizar el presente para recordarle a nuestros padres que estamos agradecidos con ellos por el don de la vida; o para sentarnos a meditar en la Palabra de Dios, de vida eterna, de esperanza y acercarnos a pedir perdón o a perdonar con un corazón arrepentido y humilde.

Las cosas de Dios no son solo para los domingos, aparte hay  6 días más en la semana, para acercarnos a Él. Tú ¿Solo vas a la iglesia el domingo? ¿Sí sabes que puedes ir a misa o simplemente ir a la iglesia, para platicar con Dios todos los días de la semana? Te lo confirmo: sí. Así que aprovechemos cualquier momento, si nos queda una iglesia cerca de casa o del trabajo, o de la escuela, vamos entrando para escucha el silencio de Dios.

Muchas veces escucharemos ruido, porque es el ruido que hay en nuestra mente, pero otras será armonioso y lleno de paz, porque eso es lo que refleja nuestro corazón. Vamos entrando a la casa de Dios y escuchemos qué hay en nuestro corazón, está bien si derramamos lagrimas o suspiros profundos, estamos ante Dios que conoce nuestro dolor y podemos pedirle todo lo que sea, o agradecerle por sus bendiciones, por los dones que hay en nosotros, en nuestra vida, en la familia.

No importa si es un día sábado, todos los días son buenos para hacer las cosas de Dios y reflejar su amor a cada paso que damos, para eso es la vida, está llena de oportunidades para sonreír y agradecer.

Propósito de hoy: Todos los días voy a intentar acercarme más a Dios.