11 DE SEPTIEMBRE: TÚ ME CONVIENES.

Lucas 6, 6-11 “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?”

A Jesús siempre lo estaban buscando para encontrar un motivo y llevarlo preso; lo irónico de la vida, del mundo y del ser humano, es que aún sin tener un motivo para asesinarlo, lo hicieron.

En este Evangelio, Jesús está consciente de que lo están observando y es por eso que les pregunta a quienes lo buscan para acusarlo, si en sábado es bueno o no salvar una vida. A eso vino Jesús, el Hijo de Dios, a salvarnos. No vino a juzgarnos ni a traernos el mal, solo vino a hacer el bien, a sanar almas, a curar heridas, a protegernos del maligno y aún así, lo crucificaron. Y lo más increíble es que seguimos crucificándolo, todos los días, sí, tú y yo.

Pero ¿Qué? ¿Cómo es eso?

Cuando nuestras acciones hablan mal de nosotros; que fuimos insensibles, arrogantes, envidiosos, egoístas y nos inclinamos hacia lo negativo, contribuimos gota a gota a la crucifixión de Jesús, porque dejamos fuera del contexto de nuestra vida, nuestros valores y toda palabra de verdad que viene de Dios. O somos buenos o somos malos, o servimos para bien a los demás o no hacemos nada en favor del bienestar; definimos nuestro compromiso con Dios, vivimos en la fe que el Hijo de Dios nos dejó, discernimos entre lo que nos conviene y lo que no. Su plan de vida es perfecto, es cierto que vamos a sufrir y que vamos a batallar en la vida y que tal vez no podamos entender las cosas que nos suceden, pero cuando ponemos todo en sus manos, no debemos tener miedo, porque Jesucristo es quién vino a salvarnos y a sanar nuestra alma con su infinita misericordia y la respuesta siempre va a ser que nos conviene Dios.

El amor de Dios vale más que cualquier riqueza material y en la oración nos acercamos a Él, en la Eucaristía nos llenamos de Dios y con nuestras acciones nos convertimos en testimonio de su existencia. O por lo menos, así debemos pensar para crecer nuestra fe y dejar de crucificar a Jesús con nuestro comportamiento, porque en su bondad Él nos abraza y nos recuerda que murió para nuestra salvación.

Propósito de hoy: Ser consciente si mis acciones van con el plan de Dios para mí.