10 DE SEPTIEMBRE: TE AMO HERMANO.

Mateo 18, 15-20 “Si te escucha, habrás salvado a tu hermano”

Los caminos de Dios nos guían hacia la bondad, hacia la misericordia y a poder ver por medio de Él, las cosas que hacemos mal o hacemos bien. Eso no quiere decir que estamos juzgando constantemente nuestras acciones o las de los demás. No, eso quiere decir que podemos discernir entre lo bueno y lo malo, sin convertirnos en jueces ni de nosotros ni de alguien más.

El Evangelio de hoy suena muy sencillo, “amonestar” a nuestro hermano cuando está haciendo algo que lo perjudica ampliamente, que lo lleva al dolor y al sufrimiento. Esta no es tarea fácil, principalmente porque a los seres humanos, por naturaleza no nos gusta que nos digan lo que hacemos mal y segundo porque si yo considero que lo que hago es bueno para mi, jamás voy a cambiar, aún si se que estoy destruyendo mi vida y la de mis hijos o mis familiares. ¿Te has encontrado en esta situación?

Querer ayudar a nuestro hermano es tan difícil. Desde afuera vemos cómo las drogas, el alcohol y los vicios destruyen, muchos creen que así van a solucionar sus problemas, que la euforia que sienten quita heridas y borra el pasado. Es tan errónea la visión de una adicto ya que en el deseo de olvidarlo todo, están dispuestos a acabar consigo mismos, ni que decir de las personas que conviven con ellos. Es difícil aceptar que nos hemos equivocado, que nos hacemos daño, que creemos que ya no hay esperanza y es más difícil aceptar que hay alguien que solo quiere protegernos y ayudarnos a re-descubrir nuestros dones, nuestras habilidades y lo que hay en nuestro corazón.

Dejemos que aquellos que nos aman nos ayuden. Amonestar a alguien en privado, significa que vamos a hablarle a esa persona con amor y respeto, tratando de hacerle ver que ese no es el camino que Dios trazó para su vida y que no lo estamos juzgando, solo queremos ayudarlo a salvarse de sí mismo. Seamos también esa luz en la obscuridad que guíe a los demás al abrazo de Jesús.

Siempre con amor.

Propósito de hoy: Con mucho amor acercarme a mi hermano que sufre y recordarle que es una persona muy amada, que Dios está ahí en su corazón.