3 DE SEPTIEMBRE: AYUDAME A DECIR QUE NO.

Mateo16, 21-27 “!Apártate de mi, Satanás!”

¿Conoces a Satanás? ¿Puedes imaginar quién es? ¿Sabes dónde vive? No te lo vas a creer, pero si lo conoces, tal vez puedes imaginar quién es y vive en tu casa. Si, difícil de creer ¿Verdad? Pero es el mal, ese que dejamos entrar por la puerta principal de nuestro hogar y al darle paso, le cerramos la puerta a Dios nuestro Señor.

Se esconde en los placeres que nos ciegan como el alcohol, las drogas, la prostitución, el egoísmo, el no querer vivir con honestidad y en la verdad. Todo esto y más, representa al maligno y cuando pensamos que las tentaciones van a aliviar nuestro dolor nos perdemos en un mundo irreal hasta el punto de creer que nuestras mentiras y vicios son verdad.

Jesús nos pide, al igual que a Pedro, que nos demos cuenta que el sufrimiento es parte de la vida, así como amar no solo a la rosa sino también a la espina, porque es la manera en que podemos levantarnos una y otra vez confiando en que Él está ahí, con nosotros, ayudándonos a superar nuestras dificultades para poder salir adelante. Los pensamientos que nos llevan a creer que nuestra vida no tiene ningún significado, que existir no vale la pena, que nada de lo que hacemos es bueno, vienen del miedo a enfrentar el sufrimiento, el rechazo, la injusticia y nos negamos a cargar nuestra cruz, preferimos pensar que todo está bien y nos ocultamos tras el alcohol o las drogas porque alguien nos dijo que es la mejor manera de solucionar nuestros problemas, ya que éstos nos hacen olvidar por momentos nuestro pesar.

Nadie puede estar más equivocado, porque es solo con Dios y con su amor que vamos a poder superar cualquier tempestad, que podremos sanar nuestro corazón roto; porque creer en Dios nos da confianza, nos fortalece, alimenta nuestra esperanza de que mañana va a ser un mejor día, y  que vamos a ser conscientes de que depende de nosotros si le abrimos la puerta a Dios o a lo que representa a Satanás.

Propósito de hoy: Quiero abrir los ojos para darme cuenta cuando quiero hacer de lado a Dios y pedirle que me de fuerzas para no caer en las tentaciones que solo me alejan de Él.