1 DE AGOSTO: SOY TIERRA FÉRTIL.

Mateo 13, 36-46  “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre.”

¡Jesucristo! ¡Claro que es Él, el sembrador y también es la buena semilla!

Llegó Jesús a nuestro corazón cargado de buenas semillas ¿Ya las viste? Sé que las has visto, pero tal vez no has pensado que son semillas que viene regando Jesús por tu camino.

Nosotros somos el lugar donde se da la siembra, a veces somos áridos, estamos secos de amor, el agua choca con el corazón que en lugar de ablandarlo, lo endurece. A veces las semillas mueren, otras crecen un poco pero como nuestra fe es tan débil, mueren antes de florecer; y cuando el corazón y nuestra conciencia están receptivos a las cosas de Dios, estamos abiertos para recibir su palabra, para mejorar nuestra actitud hacia los demás, para perdonar y buscar la reconciliación. Estamos dispuestos a vivir en la verdad de la palabra de Dios, a sumergirnos en la lectura y el aprendizaje que solo nos hará mejores seres humanos, construyendo de la mano de Dios un fruto fuerte y abundante, lleno de fe y de valor al permitir que la buena nueva del Hijo del hombre de frutos en nosotros.

Es buen momento para preguntarnos ¿que tipo de tierra somos, estamos creciendo fortalecidos por la fe, somos obstáculo para que la semilla del amor de Dios crezca en nosotros y nos ayude a ser buen ejemplo de su amor con los demás, estamos dejando actuar a Dios por medio de su palabra para que crezcan raíces profundas de amor?

Es buen momento para actuar, para rectificar, para cambiar. Siempre. Cada día debemos recordar que es una nueva vida, que Dios nos regala una semilla nueva en la oportunidad de convertirnos en ejemplo de su palabra de vida eterna, ejemplo de virtud y de esperanza, de amor y de paz, semilla que Jesús ha sembrado en nosotros que hay que descubrir para entregarnos a los demás en el servicio y en el perdón.

Propósito de hoy: Quiero dar fruto en abundancia y ser testimonio de amor en la semilla que Dios ha plantado en mi corazón.