31 DE JULIO: LA SEMILLA EN MI CORAZÓN.

Mateo 13,31-35 “El reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza”.

Estos días hemos hablado del sembrador, de la siembra y de lo que sembramos. Jesús es un ejemplo muy claro cuando lo reconocemos como el sembrador de la palabra de Dios; que es también la siembra de la esperanza, y que es la semilla que muere para darnos un fruto de amor, que nos invita a hacer lo mismo, a seguir su palabra e imitar sus obras.

El grano de mostaza, es el más pequeño que existe y al ser plantado en buena tierra, alimentado con suficiente agua y cuidado con generosidad, llega a ser un árbol frondoso, con la capacidad de dar vida con muy buen fruto.

Así es Jesús, igual que el grano de mostaza. Cuando no lo conocemos, la semilla de mostaza es pequeña, igual que nuestro amor por Él; y cuando empezamos a conocerlo, queremos hacer lo que hace un buen sembrador, darle cariño para que crezca y no muera. Esa es la invitación perenne al reino de Dios.

Por medio de la oración nos llega la gracia de la fe y una vez que tenemos algo de fe, hay que alimentarla con buenas acciones, cuidarla a través de nuestro servicio para los otros, protegerla de las tentaciones y vicios, del ruido que nos distrae con propuestas fáciles que intentan hacernos olvidar de esa semilla que está creciendo en nuestro corazón. Nos convertimos en sembradores de esperanza, de caridad, de bondad, de amor y cuando estas virtudes se fortalecen, es cuando los frutos se ven muy claramente, empezamos a ayudar a los demás con alegría, nos convertimos en escucha para los que se sienten solos, somos la semilla de esperanza para el que sufre, para el que no ha conocido a Dios, para todos aquellos que no pueden sanar. La semilla que florece, lo hace por que nos acercamos a Dios, entendimos que con Él la vida se lleva más fácil porque Él es quién nos ayuda a cargar nuestro dolor; la semilla que cuidamos en nuestro corazón también va a dar el fruto del amor de Dios al entregarle a Él nuestra vida pidiéndole perdón por nuestras faltas y siendo testimonio de fe.

Propósito de hoy: No olvidar que la semilla del amor de Dios, vive en mi corazón.