27 DE JULIO: CÓMO AMO A LOS DEMÁS.

Mateo 13, 10-17 “Este pueblo ha endurecido su corazón”

¡Qué tan cierto es esto que dice Jesús, El Resucitado! Hemos endurecido el corazón y tal vez sin querer. Como cristianos, nos conformamos con poquito como cuando vamos a misa y pensamos que eso es suficiente para cumplir con las normas de la fe, cuando estamos ciegos y no vemos que tenemos al alcance el Reino de Dios.

Nuestra convivencia de fe con Dios, es tan amplia, hay tanto por hacer y crecer junto con Su Palabra de vida eterna. Hemos endurecido el corazón cuando le ponemos precio a nuestras acciones, cuando estamos decididos a actuar sin convicciones solidas que ayudan al crecimiento humano. Si, suena extraño, pero cuando le damos más importancia a lo que tenemos y compramos, que a la humildad de corazón en el trato de las personas, por ejemplo, o en el deseo de hacer las cosas ante la verdad que nos dicta la Palabra de Dios, perdemos sensibilidad sobre lo que sucede alrededor; en la casa, o en la escuela, o en el trabajo. Nos hacemos ajenos a lo que está frente a nosotros y no vemos, ni mucho menos sentimos empatía por aquellos con quien compartimos el día a día. Nos justificamos con la armadura del “es tu problema, no el mío” y muchas veces, nosotros somos el problema.

Estar en sintonía con el corazón de Dios, es identificarnos con el dolor y el sufrimiento de Jesucristo, su único Hijo, que nació y murió por que venía con una misión, como todos, pero su misión supera todas las demás, que es traernos un mandamiento nuevo, ése del amor. El amor que nos regala, que nos viene a enseñar para que podamos ablandar el corazón y poder sentir.

“Ámense unos a otros como yo los amo a ustedes”.

Es un buen momento para tomar conciencia sobre cómo amamos a los demás, cómo compartimos la vida con quienes están a nuestro alrededor, de qué manera servimos a nuestra familia, cuán grande es nuestra bondad y compasión y qué tanto hacemos el intento para entender lo que viven los demás y poder ayudarlos; entonces sí, vamos a crecer con un corazón de amor, como el de Jesús.

Propósito de hoy: Darme cuenta si tengo un corazón endurecido y pedirle a Dios que me ayude y me de la gracia de la fe para que mi corazón cambie.