17 DE JULIO: TU LUGAR EN MI VIDA.

Mateo 10, 34-11 “Quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.”

El que me ha enviado es Dios Padre. Sí, a ti y a mí también nos ha enviado, igual que a Jesucristo su Hijo; porque todos somos hijos de Dios. Y esto significa que debemos procurar siempre ser ejemplo de amor ante los demás, ya que somos imagen y semejanza de Dios Padre y de Dios Hijo.

Que bonito pensamiento ¿Tú que piensas? Somos parte de la creación, y como tal somos únicos y perfectos ante nuestro Padre en el cielo. ¿Has pensado si tus hijos también son únicos, perfectos y especiales para ti, o si tú lo eres para tus padres?

Este Evangelio de Mateo es muy fuerte porque nos habla del mensaje de Jesucristo sobre los lazos familiares, entre padres he hijos, entre hermanos y suegros y en cómo van a vivir en enemistad unos con otros si tienen como prioridad en sus vidas a alguien más que a Dios. Y es que en realidad desde que nacemos se nos ha enseñado a amar a nuestros padres antes que nada ni nadie y tal vez lo hemos hecho nosotros con nuestros hijos, en lugar de que nos hayan enseñado a amar a Dios por sobre todas las cosas, como está escrito en el Primer Mandamiento de la Ley de Dios. Y es que esa es la base de todo éxito dentro de nuestras familias y en la sociedad.

¿A cuántas personas conoces que no tiene a Dios en sus hogares? Y ¿de qué manera viven?. La armonía y la tolerancia nos llega cuando hay paz en nuestro corazón y para las personas que profesamos una religión debemos de saber que es Dios quién nos llena de paz, el que nos lleva a la verdad y nos da la capacidad de amarnos unos a otros como nos ama Él. Pero cuando hay escasez de Dios en la familia, las relaciones humanas se ven afectadas principalmente por el respeto mutuo y la individualidad del pensamiento. Cuando hay Dios en la familia, todos centran su atención en cómo Dios llena nuestra vida familiar con maneras para podernos entender y saber exponer nuestras emociones y pensamientos en la comprensión mutua.

Una vida con Dios da buenos frutos, porque ese es el amor verdadero que necesitamos para poder amar a nuestros padres y hermanos, y a todo aquel que camina con nosotros tomados de su mano.

Propósito de hoy: Pensar en el amor que siento y reconocer cuánto amor tengo por Dios dentro de mi corazón.