Mateo 19, 7-15 “Porque los que son como ellos, es el reino de los cielos”
Como ellos, Jesús está hablando de los niños y le pide a sus discípulos que no le impidan a esos niños llegar hasta Él. ¡Qué bonito! Y uno podría pensar que solo los niños llegan a Dios, pero no. Él dice el que sea como un niño, llegará al reino de Dios. Y eso, ¿Qué quiere decir?
Cuando nace un bebé, por lo general la familia es feliz y se preocupa mucho para que el bebé tenga todo lo que necesita para sobrevivir, tal como comida, ropa, cobijas y principalmente amor. El niño va creciendo, y lleno de amor tiene muchas actitudes alegres, amorosas, amables y empieza a hablar dando las gracias y pidiendo las cosas por favor, respetando a sus padres y a los mayores, queriendo relacionarse con otros niños y siempre diciendo lo que piensa. Por lo general, cuando un ser humano es criado con amor, sus pensamientos van a ser honestos y sinceros, no va a mentir ni mucho menos a robar, como quitarle a otro niño sus juguetes para hacerlo llorar. Un niño es ejemplo de sencillez, de honradez, de misericordia porque si ponemos atención un niño correrá hacia otro niño a ayudarlo cuando se cae, o a compartir de su comida en la escuela, incluso hasta ayudar al que aprende más lentamente a entender la tarea escolar. Un niño se va a acercar a ti si te ve triste y si sabe que te falta dinero, va a compartir contigo sus ahorros y mañana no te va a cobrar lo que hizo por ti.
Si los adultos siguiéramos con la personalidad de cuando fuimos niños, tendríamos un mejor entendimiento social, pudiéramos convivir sin importar nuestro color de piel o el lugar donde nacimos. Si pensáramos y actuáramos como un niño fuéramos honestos siempre, no haríamos trampa, ni mintiéramos, viviéramos respetándonos, sin odiar, ni con envidias, y amáramos en verdad con el corazón y estaríamos siempre al lado de Jesucristo.
Vamos tomando nota y dándonos cuenta que si somos como los niños, vamos a vivir en armonía y en verdad y nuestro camino siempre irá de la mano de Dios.
Propósito de hoy: Saber que siempre tengo la oportunidad de cambiar mis maneras de actuar para bien.