1 DE JULIO: ENTRA A MI CORAZÓN.

Mateo 8, 5-17 “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa.”

Me gusta mucho esta frase que repetimos cada vez que vamos a misa y nos preparamos a recibir a Dios Eucaristía en nuestro corazón y me gusta mucho al ver la humildad de corazón que hay en este soldado romano, pedirle a Jesús que curara a su empleado, porque al decir esta gran frase, denota amor, que viene de su corazón y de la fe que tenía en el Hijo de Dios.

¿Seremos dignos de que Jesús entre a nuestra casa? ¡Porque esa casa, es nuestro corazón!

Cuando sufrimos, tenemos un gran dolor en el corazón y hay mucho coraje porque a veces no entendemos el plan de Dios, nos falta algo de humildad para reconocer que siempre es posible acercarnos más a Él y darnos cuenta que la fe nos traslada hacia la esperanza de un nuevo mañana, donde la vida prometida es eterna, y que aun si no podemos entender el porqué pasan las cosas, podemos abrir nuestra casa para que entre Jesús, y nos acompañe en ese dolor y nos permita sentirnos amados por Él, acompañados. Es entonces que vamos a poder conocerlo y a sentir su presencia, con humildad de corazón.

Todos somos dignos del amor de Dios, que nos entregó a su Hijo quién vino a sanarnos con su amor. No hay hijo menor ni hijo mayor, todos somos igualmente merecedores de que Jesús entre a nuestra casa, a nuestro corazón; no es una cuestión de posición social, ni económica. La dignidad humana nos la regaló Dios padre y así como su hijo vivió como nosotros, nosotros encontramos en el, la salvación de nuestros pecados, dolores y angustias. Solo debemos dejarlo entrar a nuestra casa, aun si nos sentimos pecadores, porque es en nuestra casa, que el va a sanar todo dolor del alma.

Propósito de hoy: Pedirle a Jesús que entre a nuestra casa y recibirlo con humildad y amor.