28 DE JUNIO: ¿CÓMO ALIMENTO MI VIDA?

Mateo 7, 15-20 “Por sus frutos los conocerán”

¡Cuántas cosas nos dice esta frase! Automáticamente pensamos en los hijos, en los empleos, en la escuela ¿Te pasa eso a ti? Depende en que etapa de tu vida estás.

Los frutos de un árbol bueno son los que cuestan más en la tienda, las manzanas mas grandes y rojas, los limones que parecen tener más jugo, la papaya más robusta, el plátano que está bien amarillo y claro que todos queremos la fruta más sabrosa.

¿En qué consiste que el árbol de buen fruto?

En el amor y la constancia con que lo riegas, con que le hechas agua, abono, lo pones en la luz del sol; muchas personas también le hablan a los arboles para demostrarles cariño e interés en que crezcan sanos, sin gusanos ni bichos que se coman la raíz, ni mucho sol que les queme las hojas.

Es como la familia o el ideal de la familia, donde todos nos cuidamos, nos apoyamos unos a los otros, buscamos protegernos mutuamente y sobre todo alimentarnos todos los días con palabras de aliento, que nos ayuden a salir adelante en los momentos difíciles. Todos somos como un fruto, a veces buenos y a veces malos. Y todos podemos crecer cada día y procurar que aquello que viene de nosotros sea bueno; sean conductas positivas y abrazos consoladores, compasivos y misericordiosos. Todos podemos aprender el valor de nuestras palabras y cómo una cosa mal dicha va a dejar un mal sabor de boca, o cómo algo hecho con amor va a dejar una huella que muchos quieran imitar.

Seamos personas dignas y respetuosas, honradas y amorosas para que cuando alguien nos recuerde lo haga con cariño y recordando esos momentos compartidos; que nuestra vida valga la pena y que al final del camino el viento no se lleve nuestro recuerdo, sino que siempre puedan decir que fuimos un buen fruto y testigos del amor infinito de Dios.

Propósito de hoy: Caminar orgullosos del amor que podemos compartir con otros.