18 DE JUNIO: SÍ, ME RECONOZCO.

Mateo 9, 36-10, 8 “Vayan en busca de ovejas perdidas”

Ir en busca de ovejas perdidas para encontrarlas y sanarlas. Sanarles el corazón, el alma. Esas ovejas somos tu y yo y el mundo entero. Dios ha permitido que en la historia de la humanidad existan seres que sanan, ciertamente están todos los médicos que sanan el cuerpo, más existen aquellos que sanan el alma con esperanza y amor, que se convierten en pilar fundamental de la sociedad. Algunos se llaman sacerdotes, otras religiosas y hay también aquellos que en el núcleo familiar y con una buena dosis de palabras de amor nos ayudan a sanar el corazón. ¿Conoces a alguien?

Cuando hablamos del amor, hablamos de testimonio, de verdad, de obediencia. Hablamos de misericordia, de virtud, de tolerancia. Así fue la vida de Jesucristo y nosotros somos creados como Él; digamos que fue el molde que nos dio vida.

A veces las personas creemos que la oveja perdida es exclusivamente aquella persona que se droga, o que está desgarrada por la violencia, o aquel que ha tomado malas decisiones en su vida y aparentemente no tiene nada, ni siquiera se tiene a sí mismo. Y podemos caer en un error enorme, porque tu eres la oveja perdida y yo también. Lo hemos sido cuando tratamos mal a los demás y la soberbia nos llena la vida, o cuando el egoísmo guía nuestra vida en lugar de sentir gusto en compartir con los demás y podemos tener mil ejemplos en cómo todos somos esas ovejas. Aquellos perdidos en el ocio, en la avaricia, en el odio; los que ya no pueden ver a alguien sin querer obtener algo para sí mismos; los que han cerrado su corazón porque alguien los lastimó, aquellos que necesitan una luz en el camino y esa luz se llama Jesucristo; solo tenemos que aprender a verlo, a sentirlo, a entenderlo y a aceptar que es por medio de Él que podemos encontrarnos a nosotros mismos, para seguir hacia adelante con la cabeza en alto y sabiendo que a su lado, todo es posible, que no debemos ocultarnos ante la apariencia de una vida exitosa y sin dolor.

Propósito de hoy: Reconocer que también necesito ayuda para salir adelante.