26 DE MAYO: SOY LO QUE SOY POR TI.

Juan 21, 15-19 “Simón, hijo de Juan, ¿Me amas?” 

Cuando le preguntamos a alguien si nos ama, no solo lo preguntamos una vez, sino una tras otra. ¿Por qué será? Jesús le preguntó tres veces si lo amaba y las tres veces la respuesta fue que sí. Y sabemos en la historia que Pedro traicionó a Jesús aun habiéndole jurado su amor. Y luego ¿Qué pasó? Cuando Jesucristo regresó, lo había ya perdonado, porque sabía que la traición jugaba un papel clave en la historia de su muerte y resurrección y que era así como podríamos nosotros entender el amor y el perdón, o el perdón en el amor. 

Uno de nuestros compromisos, por decirlo así, con Dios es hablar sobre él. Transmitir al mundo su amor y su misericordia. Pero ¿Cómo? Con el ejemplo. Recuerdas aquella canción: “que hablaba de amor al prójimo y me ponchó cien pelotas…” ese no es el amor que Dios profesa, esa es una máscara para que la gente crea que eres un buen ser humano. El amor se brinda con sinceridad en el actuar, con la paciencia y el servicio que damos a los demás; Jesús quiere que seamos su testimonio de fe, de verdad, de su palabra de vida eterna. Y si no sabes por dónde empezar, empieza por lo primero “Amarás a Dios por sobre todas las cosas” para que el dinero y el poder no se conviertan en tus ídolos o dioses, ni que te controlen la vida porque entonces estás poniendo tus prioridades en algo material que un día te puede dejar derrotado, solo, en el suelo. 

Amar a Dios tiene su chiste; es renunciar a pensar que tu controlas al mundo por ti mismo, es darte cuenta de que servir a los demás, como hizo Jesucristo, te hace mejor, porque tienes la gracia del amor de Dios en tu corazón y es porque al compartir esa gracia qué hay en ti, que tus esfuerzos se convierten en éxito, por la voluntad de Dios.  

Propósito de hoy: Recordar que todo lo somos gracias al amor de Dios.