23 DE MAYO: TE QUIERO CONOCER.

 

Juan 17, 1-11 “La vida eterna consiste en que ellos te conozcan a ti.” 

Conocer al Padre.  

Es por nuestra fe que nos reconocemos como hijos de Dios y es lo que nos anima a los cristianos, a querer nacer a la vida eterna de la que nos habla Jesús a través de su vida, muerte y resurrección. 

Conocer al Padre es conocer al Hijo y conocer a Jesús es conocer una historia de amor que inicia desde que María, la Virgen, dijo que “sí” al ángel que le anunció que sería la Madre del Hijo de Dios. Así comenzó la historia de Jesús, una vida de amor y sufrimiento, de devoción y entrega, de sacrificio y testimonio.  

Tengamos una mente y un corazón abiertos a la palabra de Dios, porque nos va llevando por el camino de la verdad y la justicia que nos permite una vida ordenada y llena de posibilidades para entender las cosas que suceden en el día a día. Encontrarnos con Dios al hacer oración, en la Eucaristía o en la lectura bíblica va moldeando nuestra capacidad de aceptar lo que nos sucede y de actuar. No querer herir a Dios con nuestras decisiones, ni con las palabras mal dichas o las acciones de violencia entre unos y otros, va convirtiéndonos en testimonio de amor. Va abriéndonos el corazón para dejar que Él actúe en nosotros, que nos ilumine con su luz hacia el camino de la bondad, la caridad y el servicio; querer complacer a Dios es empezar a conocerlo y saber que todo lo que nos propone es para el bien de cada uno, es para que logremos alcanzar la felicidad y nos prepara para ocupar junto a Él un lugar a su lado en la vida eterna. 

Propósito de hoy: Sentir el deseo de compartir lo que conozco de Dios con las personas con las que vivo.