21 DE MAYO: TE SIENTO EN MI CORAZÓN.

Mateo 28, 16-20 “Yo estaré con ustedes todos los días” 

Qué bonito saber que en el camino siempre estamos acompañados de Dios. Él no nos deja solos, al contrario, a nosotros se nos olvida que él viene a nuestro lado. 

Es por el bautizo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que recibimos una de las gracias más grande de todas que es la fe. Y a la vez, recibimos esta gracia porque tenemos fe. ¡Qué confusión! Vamos viendo. Yo creo en Dios porque tengo fe, una fe que alimento en la oración, y que es la que me ayuda a saber que Dios vive en mi corazón. Es por la fe que realizo obras de bien, de caridad, de bondad y de servicio para los demás.  

Cuando tenemos fe, por la gracia de Dios, debemos ser muy cuidadosos con lo que alimentamos nuestra alma. Por ejemplo, a la fe, se le unen las virtudes de cada quién a las que le agregamos el conocimiento de Dios y su palabra, le agregamos también el dominio propio y la perseverancia para ser coherente con nuestros principios y nuestras acciones. Sumamos a la fe la piedad y la compasión y todo este conjunto de dones y gracias nos llevan al sentimiento fraterno del amor, que siempre nos invita a hacer el bien a los demás, tal como hizo Jesús con las personas con quien compartió su vida. Imagina que digno es que las personas que te rodean sientan que tú también estás con ellos hasta el fin del tiempo, tomando su mano, siendo su compañía, apoyándolos en sus decisiones, amándolos aún si son diferentes en su manera de pensar.  

Así es Jesús, está aquí, dentro de nuestro corazón y es algo que nuestra fe nos recuerda todos los días y nos fortalece para ser testimonio de su vida, muerte y resurrección. 

Propósito de hoy: Darnos cuenta si es en la oración donde más encontramos a Dios.