27 DE ABRIL: DAME LA GRACIA DEL AMOR.

Juan 6, 44-51 “Todos serán discípulos de Dios” 

Conocer, amar y seguir a Jesús nos convierte en sus discípulos, porque somos testimonio de su amor y de la buena nueva que nos presentó en su resurrección. El mandamiento nuevo, después de los dos primeros que hablan del amor viene a ser el más importante de todos. “Les doy un mandamiento nuevo. Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros. Por el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son discípulos míos.” 

“Como yo los he amado, así también ámense unos a otros” ¿Habrá manera de cuantificar ese amor? ¿Será tan grande como el que sentimos por los hijos o los nietos o sobrinos? y al pensar en esta frase qué tal si nos ponemos a analizar cómo está nuestro amor hacia el prójimo. ¿Cómo está tu relación con tus padres? ¿Qué tal con tu hermano? ¿De qué manera estamos amando a los demás? ¿Cumplimos con esto de ser discípulos de Dios? 

El amor se demuestra de tantas maneras y no es solo hacia la pareja; no. El amor lo demuestras al agradecer a los otros lo que hacen por ti como tus padres; tener compasión y caridad es una manera de amar; cuando te reconcilias con tu hermano estás dando una ofrenda de amor por él; en el servicio a quien lo necesita, tal vez en tu comunidad, en la escuela, la iglesia, el trabajo, tu casa, dices en silencio que te importan los demás y es una forma de amor. 

Es por el amor que das que vas a ser reconocido; es por tu bondad y tus acciones de caridad en la fe, que te entregas a Dios y entonces vas a sentir fuego en tu corazón, porque arde del amor que la gracia de Dios ha puesto en ti, mientras más amor das, más amor tienes para dar y perdonar, porque el amor es un reflejo de la gracia de Dios en nuestras vidas. 

Propósito de hoy: Reconciliarme con los demás como un acto de amor.