26 DE ABRIL: ME ARREPIENTO DE MIS FALTAS.

Juan 6, 35-40 “Yo soy el pan de vida” 

Ir hacia el encuentro con el Señor nos implica una entrega de nosotros mismos, dejando atrás ese egoísmo en que vivimos cada vez que pensamos que todo es para nuestro beneficio y olvidamos que todo debe ser para el bien común.  

El que va a Jesús, no tendrá hambre y el que cree en Él nunca tendrá sed.  

Algo que tenemos que entender es que la confesión, que es el Sacramento de la Reconciliación nos permite hacer un examen de conciencia sobre nuestras acciones, de manera estructurada, con madurez. Muchas veces tenemos miedo de ir a confesarnos, o hay quién dice que su confesión es directamente con Dios y que no es necesario un intermediario como lo es el sacerdote, que absuelve los pecados al ejercer el sacerdocio de Cristo. En la confesión no se trata de engañar al sacerdote porque solo estaríamos engañándonos a nosotros mismos, sino de expresarle a él lo que consideramos ofensa hacia Dios.  

Si, es difícil decirle a alguien que puede darnos esa palabra de amor y de aliento, que robamos, o que matamos, o que fuimos deshonestos, o cualquier otro conflicto que tengamos en la mente, porque creemos que nos va a regañar, y a juzgar y que al verlo en la misa va a estar pensando en el mal que hemos hecho, en nuestros pecados.  

Pero no, no debemos temer.  

Al contrario, el sacramento de la reconciliación nos libera del dolor y nos ayuda a sanar, porque aprendemos que el perdón nos acerca más a Jesucristo. Jesús es el pan de vida y lo podemos recibir en la Eucaristía cuando vamos a misa, estando en la gracia del perdón, nos invita cada día a preparar nuestro corazón, a arrepentirnos de nuestros pecados cometidos faltándole a su nombre, a reconciliarnos con los demás ya sea pidiendo perdón o perdonando; quiere prepararnos para recibirlo en la Eucaristía donde se nos da, y de esta manera estar en nosotros para que seamos testimonio de fe, de bondad y de amor ante los que nos rodean. 

Propósito de hoy:  Acercarme a la confesión y liberar un poco esa carga que tengo sobre mí.