18 DE MARZO: ¿QUE HAY EN MI CORAZÓN?

Lucas 18, 9-14 “Dios mío, apiádate de mí porque soy un pecador” 

Uno pensaría que cada vez que va a misa y recibe la Eucaristía, queda ya sanado de todo mal. Y, por un lado, claro que ir a misa y escuchar la palabra de Dios, es un gran alivio para el alma; sin embargo, cuando llevamos una pena muy grande la única manera de aligerarla es a través de la confesión. A muchas personas no les gusta confesarse porque creen que el sacerdote los va a juzgar, igual es válido el pensamiento. Sin embargo, es por medio del sacerdote que Dios nos escucha y perdona y sana nuestro dolor. Se siente uno renovado con la esperanza de no cometer las mismas torpezas ya confesadas. Esa es en sí, la gran intención de este bello sacramento. Que Dios nos ayude a encontrar la paz del corazón, que nos llene de gracia para ser mejores personas y que, ante todo, podamos disponernos al perdón. 

Cuantas veces somos parte de una riña eterna que no podemos cerrar por que el orgullo tal vez tuyo, o tal vez mío, no nos dejan avanzar. La misericordia de Dios se encuentra en todo aquel que esté dispuesto a perdonar y a pedir perdón; porque es a través del perdón que estamos más cerca de Él. Perdón que nos libera del yugo del dolor, que sanas enfermedades, que alegra el corazón y nos permite ir en favor de la libertad, de la verdad y de la paz. 

En este Evangelio vemos como el hipócrita se da golpes de pecho diciéndose justo y el pecador se avergüenza de haber ofendido a Dios. ¿Cuál eres tú? He encontrado en los templos a personas que con una gran arrogancia te ofenden porque si y piensan que porque están ahí son perfectas y con otras llenas de bondad que solo piensan en ver de qué manera te ayudan, desde el simple acto de buscarte sitio para sentarte. En el camino de la vida, seamos esas personas que están dispuestas a ayudar a los demás; que se note nuestro corazón lleno de bondad, de humildad y más que nada de amor.  

Siempre he pensado que no puedes dar lo que no tienes y si tu corazón está vacío, no hay más que puedas ofrecer. Por eso te invito a que te animes y empieces a llenar tu corazón del amor de Dios, porque es siempre maravilloso y te lleva de la mano para que reconozcas en ti, esos dones y virtudes que escondes en ese gran corazón que tienes.  

Propósito de hoy: Con intención abre tu corazón al amor, sin miedo, porque es el amor lo que nos hace libres.