11 DE MARZO: REGRESO A TUS BRAZOS DE AMOR.

LUCAS 15, 1-3 “Estaba perdido y lo hemos encontrado”.

Odio, resentimiento, rencor, envidia…y este padre, con una palabra convirtió todo en amor. ¿Qué sucede cuando alguien en casa, tal vez tú, cae en algún vicio como las drogas, la prostitución, el alcohol, la codicia? ¿Acaso tú, o tus padres no viven en una gran angustia? Si, es muy humano sentir coraje, enojo, incluso odio cuando ves que tus padres o tu familia se reencuentran con alguien que perdió el camino y se llenan de alegría, de gozo, de felicidad.

 Así hace Dios, éste es su gran ejemplo. “Lo hemos encontrado”. Él nos busca, a él le duele nuestra ausencia, su corazón sufre y el día que decidimos regresar a él: nos hace fiesta, nos bendice, nos agradece haberlo encontrado una vez más. ¿Te ha pasado algo así? 

Desconocer los motivos por los cuales las personas se hacen daño cayendo en el vacío de su humanidad, nos crea incertidumbre, ya que por lo general también nos hacen daño a nosotros. Y no sabemos entender si se alejan porque se avergüenzan y no saben qué decir, o tal vez sea porque entran en un mundo que creen que los hará inmunes a su propio dolor, sin darse cuenta que van cada vez mas lejos del camino de sanación. Sin embargo, Dios Padre siempre nos va a abrir las puertas de su corazón a través de su misericordia sin fijarse cuántas veces le fallemos y nos alejemos de él; con más razón nuestro corazón debe, a su vez, estar dispuesto a perdonar a quien creemos que nos ha abandonado, porque a lo mejor el dolor que ellos llevan cargando, es mayor que el nuestro. Siempre recuerda la misericordia que hay en tu corazón porque un día ese hijo perdido pudieras ser tú.

Que el amor de Jesucristo y el ejemplo de éste padre, nos llenen de compasión para reconciliarnos con aquel que regresa a casa cansado, deprimido, arrepentido, probablemente aún lleno de dolor y que éste dolor no nos sea indiferente y no convertirnos en una sociedad mediocre y sin valores.  

Propósito de hoy: Abrir mi corazón para recibir a ese hijo o hermano, o amigo que estaba perdido y regresó a casa.