27 DE FEBRERO: VEO TU ROSTRO EN EL ESPEJO.

 

Mateo 25, 31-46 

“Porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme.” 

Esta es la caridad que Jesús quiere que alberguemos en el corazón, “hacer el bien sin mirar a quien”, dice el dicho. Porque es, en el servicio digno que ofrecemos a los demás, que nos vamos a encontrar con el rostro de Dios.  

Seguro te ha pasado que se te poncha una llanta, o a alguien que conoces. En realidad, nadie tiene la obligación de detenerse a ayudarte, sin embargo, por ahí encontraras a alguien que si se detiene; que pone su vida en pausa, para ayudarte durante la media hora que le pueda tomar cambiar la llanta de tu auto. Igualmente, si te equivocas en alguna tarea en el trabajo, quien te ayuda a sacarlo adelante es alguien que tiene caridad, bondad, y ve que tienes dificultades y te ayuda, no porque sea su obligación, sino porque sabe que puedes sentirte mejor con su ayuda. Y podría mencionar muchísimas situaciones más, como en la casa, en la escuela, en el transporte público, en la oficina; en realidad ninguno de nosotros tenemos la obligación de ayudar a nadie, pero es por amor que nos detenemos, que consideramos a los demás, que damos nuestro tiempo y servicio, todo con la idea de un bien común, de querer que las cosas marchen positivamente, de ser buen hermano en el camino que recorremos juntos. Es nuestro deber moral, estar al servicio de los demás con buena disposición, no pensando en que nos vamos a cobrar, ¡No! Pero si pensando que, en el necesitado, esta Jesús y estamos nosotros mismos. “Hoy por ti, mañana por mí.” 

Vayamos por la vida, con alegría, aun si nos sentimos tristes; el día comienza cada 24 horas y siempre debemos creer que, en el próximo amanecer, la luz va a brillar diferente para intentar hacer las cosas de otra manera y obtener mejores resultados en nuestro día. Empezar con un gracias a Dios, ayuda mucho, nos levanta el ánimo, es invocar a Dios Padre a que nos acompañe durante la jornada y nos permita ver que también nosotros somos esa persona que necesita su amor infinito. 

Propósito de hoy: Que aumente nuestro deseo de ayudar a los demás con alegría.