26 DE FEBRERO: TU DOLOR ME FORTALECE.

Mateo 4, 1-11 “No tentarás al Señor tu Dios” 

Podemos imaginar en la vida de Jesucristo, cómo sufrió adversidades, cuánto amo, lo que lucho por la justicia y para que la mujer fuera considerada pilar en la sociedad; pensar en la multitud de personas que lo seguían, que dieron su vida por él. También podemos imaginar cuantas tentaciones tuvo en su vida para poder cumplir un plan ya establecido por su Padre, venciendo al demonio principalmente, como lo leemos en las escrituras. La manera tan segura con que él rechazo toda oportunidad de pecado es admirable, y pensamos que como es el Hijo de Dios, le era todo fácil hacer. 

Imaginemos que frente a nosotros tenemos la tentación de robar, de adorar a dioses paganos, de humillar a las personas, de golpear y matar. ¿Qué crees que nos motiva a no ceder? ¿Tal vez el miedo, pero, miedo a que, a que alguien se dé cuenta?, ¿miedo de ir al infierno?  

Para el Hijo de Dios, su vida no fue todo dulzura. El sufrió tanto que acepto humillaciones, lucho siempre por la verdad, lo golpearon y termino con una dolorosa e injusta muerte en la cruz. El motivo que tuvo: fue el amor, el amor del Padre y su entrega total a nosotros. Si, suena muy fuera de lugar, pero fue con su amor que nos permite tener una mejor vida por medio de su sacrificio de amor. A nosotros lo que debe motivarnos a llevar a cabo lo que nos corresponde es ese amor, practicar las virtudes y utilizar los dones que tenemos para construir juntos una mejor sociedad, de servicio, de bondad, de caridad. Se que parece un sueño, pero qué tal si ese sueño entre todos lo hiciéramos realidad y pensáramos en decirle a Jesucristo que valió la pena su muerte. Que nos mueve su amor, su lucha, su sacrificio y vivimos esforzándonos por ser justos, dejando los rencores, la venganza, el odio, y aprendiendo con amor, a darle de comer al hambriento, de beber al sediento. Dar posada al que no tiene casa, vestir al que no tiene ropa, visitar a los enfermos y a los presos y darle buena sepultura a los difuntos como obras de misericordia que aprendimos de él, porque Jesús fue todos estos, como lo somos nosotros también. 

Propósito de hoy: Que el amor de Dios nos sea suficiente para vencer cualquier tentación.