25 DE FEBRERO: ME AGARRO A TU PALABRA.

Lucas 5, 27-32 “Sígueme” 

¡Qué bonita expresión! ¿Has seguido a alguien en tu vida porque te hace feliz, lo has dejado todo? Yo imagino que sí, todos hemos seguido a alguien porque creemos que nos hará felices y tal vez si sea de esa manera, con sus altas y sus bajas, y juntos. Y ¿Recuerdas que es lo que te une a esa persona que sigues? ¡El amor! 

Seguir a Dios, se asemeja a cuando sigues a alguien; te enamoras, crees que vas a dar la vida por esa persona, y en el camino pasan muchas tormentas, te desilusionas y crees que no te cumple ese amor al que has decidido seguir.  ¿Piensas que suena Igual a tu relación con Jesucristo?  Te enamoras de él, empiezas a seguirlo y en esa confianza, como a tu pareja, le empiezas a pedir cosas, que te ayude, que no te deje solo, que te haga fuerte y en tu debilidad humana sientes que él te ha dejado solo. Y ¿Qué haces?  

Si ese amor que tienes, lo fundamentaste en la verdad del amor de Dios, seguiste su Palabra de Vida Eterna, entonces vas a enfrentarte a esas dificultades con actitud reconciliadora y vas a salir adelante con tu pareja. Todo porque creíste en el amor incondicional que nos entregó Dios desde siempre. Tus cimientos en el amor van seguros, porque son 3 en 1. Jesús, tú y tu pareja en la presencia y misericordia de Dios Padre.  

¡Siégueme! Escúchalo, háblale, preséntate ante él con humildad, enséñale que ante toda adversidad sabes que no caminas disperso por el mundo; que te agarras de su palabra que es tu fortaleza, que estás dispuesto a perdonar y a pedir perdón, que no importa que tan grande sean las tentaciones que se te presentan en esas tormentas que crees que jamás terminaran, porque a su lado llevas un corazón ardiente. Que tu fe es tu alianza perfecta con Dios y que en esa intimidad vas a pedirle que siempre te llene de la gracia de creer en él y poder seguirlo todo el resto del camino. 

Propósito de hoy: Seguir a Jesús, con un corazón dispuesto.