13 DE FEBRERO: QUE TU PAZ SEA MI SEÑAL.

Marcos 8, 11-13 “¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal”. 

Señales, que palabra tan compleja. Tal vez toda la vida estamos esperando señales, que si de chicos y nuestros padres nos aman, que si en la escuela agradamos a los maestros, que si en el día a día somos amables y generosos: Esperando siempre ver una señal de aprobación para sabernos entendidos, valorados, amados. 

Todos querían que Jesús les mostrara que era el Hijo de Dios, y tal vez ahora, también lo retamos con nuestras acciones; queremos que nos demuestre que nos ama, que está ahí para nosotros, que su gracia va a inundar nuestro corazón, así sin más.  

La existencia de Dios la vemos cada mañana al abrir los ojos, Él se hace presente en el milagro de la vida, de la creación; la señal que queremos, debemos descubrirla dentro de nuestro corazón. Dios está ahí en la Eucaristía, en la oración, en las acciones de servicio y buena voluntad con que realizamos las cosas. A Dios, nosotros somos quienes debemos darle no solo una, sino muchas señales; recordarle que lo llevamos en el corazón y si nos sentimos solos, o defraudados, o tristes, somos nosotros quién debemos buscarlo, porque Él ya nos encontró y tal vez nosotros lo olvidamos.  

La paz de Dios está con nosotros, no debemos opacarla con el egoísmo de querer tenerlo todo, de querer ser el mejor en todo dejando fuera los valores que nos ha enseñado; no podemos tirar al vacío las señales que recibimos de su amor, al contrario, hay que estar atentos para encontrarlo en nuestro hermano, en el amigo, en el abuelo y en cada individuo que recorre el camino junto con nosotros. Que no olvidemos nunca la bondad del amor de Dios.  

Propósito de hoy: Ser la señal de la buena nueva de Dios para otros.