12 DE FEBRERO: QUE MI AMOR, SEA REFLEJO DE TU AMOR.

Mateo 5, 17-37 “Deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano” 

¿Qué es lo que nos motiva a hacer el bien? ¿El miedo a la ley, a las consecuencias, o al deseo de complacer a Dios? Construimos una mejor sociedad, cuando lo que nos motiva es el amor que nos viene de Dios. Ya que, por su gracia, somos capaces de distinguir lo que hacemos en su contra y lo que hacemos para el bien común. Si estás enojado con tu hermano, tu amigo, tu vecino; no vayas a la iglesia a decir que amas a Dios y sentir que eres el mejor de los ejemplos. No, deja tu ofrenda y reconcíliate primero con tu hermano.  

¡Qué tan importante son las relaciones humanas saludables! Que nuestros pensamientos sean para admirar al amigo, al hermano; para hablar bien de ellos, para sentir que el amor que podemos ofrecer está basado en el respeto mutuo y en las enseñanzas que nos dice la Palabra de Dios según los mandamientos de su amor. 

Eso es lo que nos enseña Dios, que aun cuando hayamos hecho un mal, tengamos siempre la buena voluntad de acudir con nuestro hermano a pedir perdón, así como estar también dispuestos a perdonar para vivir en paz. Ojalá podamos entender que, pedir perdón y perdonar por las tentaciones que no pudimos controlar, por los vicios y los deseos impuros, nos adelanta un paso más al encuentro con Jesús. La reconciliación es uno de los Sacramentos más importantes en la vida del ser humano, porque nos lleva al perdón, nos anima a no cometer los mismos errores, nos ayuda a curarnos del dolor que nos deja el pecado. Recordemos que el Reino de Dios, no permite la venganza ni el resentimiento, sino la bondad y el servicio a los demás, con amor. 

Propósito de hoy: Que mi perdón sea desde el corazón.