3 DE FEBRERO: EDIFICO TU PALABRA.

Marcos 6, 14-29 “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. 

¿Qué tan acostumbrado estás a que se haga tu voluntad? Y ¿A cambio de qué? Qué precio paga el ser humano, para obtener su voluntad sin importar si está siendo justo o no. Esta frase que dice Herodes, lo compromete de tal manera, que no tiene, según los Evangelios, opción más que cumplir su palabra ante la sociedad y asesinar a un hombre justo, como lo fue Juan el Bautista. 

Y esto es algo que, en la actualidad, dos mil años después sigue sucediendo. Las promesas cumplidas, aunque injustas, que por presiones sociales te comprometen y las promesas jamás cumplidas cuando no hay testigos más que la persona a la que se le prometió. Las dos opciones denigran a quien promete y no edifican para nada la verdad de su palabra. ¿Te ha pasado algo así? 

Por ende, que importante es en qué basas tus promesas y tu palabra; ¿En una verdad egoísta?, o ¿en la verdad que encuentras en la Palabra de Dios? Verdad porque es palabra de amor, de sanación, de reconciliación, de compasión, de paz, de justicia. Siempre hay algo más que nos ofrece Jesucristo cuando tienes deseos de cambiar, motivado por reconocer que fallaste. Vamos a prepararnos para no comprometer nuestra fe, nuestra moral, nuestros valores en la palabra que pronuncian nuestros labios; que lo que digamos sea coherente con lo que afirmamos creer y con lo que estamos dispuestos a hacer por el otro, sin caer en la tentación del mal, sin lastimar, sin dejar de ser una persona que lleva la luz del amor de Jesús donde quiera que va. 

Propósito de hoy: Que mi voz, sea mi verdad.