27 DE ENERO: QUIERO DESCUBRIRTE.

Marcos 4, 26-34 “Es como una semilla de mostaza” 

Y ¿has visto la semilla de mostaza?, es pequeña, la más pequeña de todas y al crecer es un árbol grande, robusto, fuerte, hermoso y nos da una sombra muy buena en días de sol. Así el amor del Hijo de Dios, como la semilla de mostaza. En nuestro corazón tenemos la semilla de su amor, que poco a poco va creciendo hasta convertirse en un sentimiento grande, robusto y fuerte. Si lo regamos, el fruto va a ser tanto amor que no podremos guardar ni tener en silencio; vamos a querer regalar esa semilla de amor a todas las personas que tengamos frente. ¿No suena fantástico?  

Dios está en tu corazón. ¿Lo sabes? Si te sientes derrotado, confundido, presionado socialmente, o devastado, solo debes ver en tu interior y atrás de toda basura que puedas tener, de todos los escombros que el dolor te ha dejado, por ahí lejos tal vez, de tu sentimiento opacado por los vicios, de tus miedos, del odio y el rencor; por ahí está esa semilla de mostaza creciendo en ti, lentamente, paciente a que te des cuenta que está presente, acompañando tus tristezas.  

Seamos receptivos al amor del Salvador, confiemos en su presencia bendita en nuestro corazón y si aún creemos que no está, pidámosle que aumente nuestra fe; que con la oración podamos sentir que aquí está queriendo florecer, como esa semilla de mostaza pequeña que quiere dar frutos de amor y de valentía, de sosiego ante la tormenta de la vida y que más que nada, que nos ayude a ver a Jesús, a sentir que no vamos solos, que Él es la fortaleza que nuestra vida requiere, para vivirla en paz.  

Propósito de hoy: Hacerle paso al amor de Dios en nuestra vida.