21 DE ENERO: ESTOY LOCO POR TÍ.

Marcos 3, 20-21 “No los dejaban ni comer” 

¿Qué pasa cuando estás haciendo algo que amas? ¡Se te va el tiempo!, no te acuerdas ni siquiera de comer, ¡Vedad? Así le pasaba a Jesús en su ministerio público que su familia creía que se había vuelto loco. ¡No te suena familiar? Claro que sí. 

Cuando un artista está haciendo una creación, muchas veces, es sabido que se olvida de comer, se olvida de las cosas cotidianas de su vida porque ama lo que hace y se adentra tanto en su arte que nada parece más importante, ni él mismo. Imagínate a Jesucristo, sanando a los enfermos, curando los males, sirviendo a sus seguidores, en qué momento se iba a poner a pensar en él mismo. ¿Te sientes identificado? ¡Claro que sí! 

Identifícate también en son el servicio que otorgas a los demás cuando estás en la posibilidad de ayudar; identifícate con Jesús cuando atiendes a alguien con una palabra amable como a tus abuelos o tus padres; y ¿por qué no? Identifícate con el amor que das. Que tu vida sea un reflejo del amor de Cristo y que tú te conviertas en el mejor testimonio de Dios ante las personas que conviven contigo; por tu bondad, tu humildad, tu amistad, con tus deseos del bien común, con el respeto con que tratas a todos, con la importancia que le das al mismo Dios en tu vida.  

¿Qué te llaman loco por hacer lo que amas y por compartir la palabra de Dios? Bueno, piensa en que Jesús también hacia cosas buenas para todos y en lugar de sentirse dichosos, lo crucificaron. Seamos de los que nos sentimos bendecidos y privilegiados por el amor de Dios, seamos de los locos que cuando hablamos de Jesús no podemos controlar nuestra emoción, seamos testimonio del vivir en la verdad y de ponerla en práctica, esa verdad de vida eterna que nos acerca cada vez más a la santidad. 

Propósito de hoy: Comparte esa locura del amor de Dios con tu familia.