9 DE ENERO: QUIERO DARME CUENTA DE TÍ.

Mateo 3, 13-17 “¿Y, tú vienes a mí?” 

Dios viene a nosotros todo el tiempo, pero a veces no nos damos cuenta. Como la historia de la tormenta y el señor que estaba en el techo de lo mucho que llovía y cuando muere le reclama al Señor, que no le salvó la vida. Y si, sé que es un chiste y el Señor le dice, te mandé un carro, luego una lancha, luego un helicóptero y te quedaste esperándome. ¡Cuántas veces esperamos que Dios nos ayude y por más que nos ayuda no nos damos cuenta? Cuando estás en un apuro y aparece alguien de la nada a ayudarte: si, te lo envió Dios. Cuando se te quema la comida y en eso llega una visita y te trae algo de comer: si, es Dios. O cuando te caes y alguien corre a ayudarte, ¿adivina? también es Dios. Todas las situaciones y personas que nos ayudan a nuestro alrededor, son por la mano de Dios. Aún si no nos ayuda como esperamos. 

Recuerdo como si fuera ayer un día en las misiones que un joven me pidió que le hablara de la oración principal de los católicos; era en un pueblo lejos de la ciudad donde había misa solo en día de fiesta, tal vez unas 5 veces al año y nos íbamos a misionar para hablar de Dios y de su amor; la noche anterior, yo leí los textos que explicaba el Padre Nuestro y al comentarle al sacerdote, me dijo: es que Dios te preparó para ese encuentro que ibas a tener. Y si, me ha quedado muy claro que Dios actúa en nuestra vida, sin anunciarse, lo hace todo el tiempo, solo que somos nosotros quienes no queremos abrirle el corazón para aprender de Él. 

Ahora, pensemos que Él nos hace la pregunta ¿y tú, vienes a mí? Cuál sería la respuesta que hay en tu corazón, en ti, en tu propia voluntad. Muchas veces creemos que el dolor ciega nuestra posibilidad de amar y la oportunidad de ser feliz; y no podemos estar de acuerdo con esto. La vida, por más dolor que nos traiga, va de subidas y bajadas, de espacios de tranquilidad y de tormentas; la vida la vamos a vivir según tengamos el corazón dispuesto a lo bueno o a lo malo. Cuando Dios nos pregunta si vamos hacia él, ojalá nuestra respuesta sea que sí. Y si por vergüenza a nuestras acciones la respuesta es no, recordemos que todos los días son buenos para mejorar y cambiar la forma en que vemos la vida, en cómo la vivimos, en qué hacemos con lo que nos llega inesperadamente. Así es Dios, llega cuando menos lo esperamos y no es que llegue en ese momento, sino que en ese momento tenemos conciencia de Él porque lo necesitamos. 

Propósito de hoy: Darnos cuenta que todos los días Dios está con nosotros en nuestro caminar.