5 DE ENERO: QUIERO SEGUIRTE.

Juan 1:43-51 “Sígueme” 

El único lugar seguro al que puedes ir cuando alguien dice “sígueme” es al corazón de Dios. Y si en esa propuesta de “sígueme” va de la mano de Dios, es una garantía del 100% de que seguir al otro te llevará a la felicidad. 

En nuestro camino por la vida, por mucho que creamos que encontrar una pareja a quién amar nos llevará automáticamente a la felicidad, es un error. El amor por la pareja es necesario, pero es más necesario, que ambos amen a Jesús más que a sí mismos. El amor de una pareja que se basa en Dios es un amor fuerte y lo que recitamos durante el matrimonio se vuelve real: “en los buenos y malos tiempos, en la salud y en la enfermedad”.  

Cuando la pareja no sigue a Dios y Dios no es el pilar en su relación, mientras haya dinero habrá felicidad, y mientras ninguno de los dos se enferme también; Porque cuando hay escasez económica y enfermedad, hay abandono. Elegir un compañero de vida significa ser fieles a nuestros valores y a nuestra fe. Es querer compartir el amor de Dios con el otro. Es caminar por el mismo camino en verdad y amor; Y no es para tener miedo, porque si estamos dispuestos a aprender a amar a la persona que hemos elegido, querremos ir en busca de Dios cuando llegue un dolor o un momento difícil. Tratemos de acercarnos a nuestra fe y oremos juntos, de la mano, para que los proyectos salgan adelante, aunque haya obstáculos difíciles ya que cualquier cosa se puede resolver juntos con Dios. 

El camino hacia la plenitud de una pareja, es seguir esa voz que nos llama, es creer en la palabra de Vida Eterna que es Dios, es no soltarse de la mano cuando llega la tormenta, sino estar unidos en el amor para soportarla y hacer más fuerte su amor. Si alguien dice “sígueme”, no olvides que juntos deben querer seguir a Jesucristo y alcanzar la plenitud de una vida en amor, en servicio mutuo con amabilidad, respeto, tolerancia, paciencia y honestidad. 

El propósito de hoy: Aprendamos a amar con el corazón de Dios.