18 de diciembre: APRENDIENDO A AMARTE .

Mateo 1, 18-24 “Dios con nosotros” 

Cada día me convenzo más que las personas que tienen como centro del eje de su vida a Dios, pasan por más pruebas que los que no lo tienen. Y digo pruebas porque seguir a Cristo no es tan sencillo. Ha muchas reglas que debemos seguir que tal vez pueden parecernos absurdas o simplemente difíciles; se llaman Mandamientos, son la Ley de Dios. 

Siempre parece que el primero es el más complicado: “Amarás a Dios por sobre todas las cosas” y es que amar a Dios, antes que nada, es un concepto que no todos entendemos; amar por gracia de la fe, que Dios mismo nos pone en el alma, es algo que no logramos entender. La gracia, el amor, Dios.  

Puedo decir que vale la pena amar a Dios, porque ponerlo a Él primero, es como creer que la vida va a llevarnos por el camino correcto siempre y cuando así lo elijamos nosotros. Cada uno tenemos el derecho de decidir lo que consideramos es mejor, incluso negar el amor de Dios. Pero, cuando ponemos como centro de nuestra vida, como el motor, a este amor, la vida nos va dirigiendo a un estado mejor de paz personal. No quiere decir que vamos a dejar de sufrir, pero sí que vamos a ver las cosas diferente, el dolor lo vamos a entender y a aceptar como parte del ser humano y nos ayuda a que mañana podamos ser más asertivos en los pasos que damos y las decisiones que tomamos.  

El amor de Dios es una garantía para sentirnos siempre acompañados, no importa si vamos solos por el camino. Y cuando encontramos a alguien con quien compartir ese camino, la verdad del amor de Dios compartida hará que los que caminamos juntos lo hagamos en paz y en verdad. Si, es complicado amar a Dios, pero también es una manera para aprender a amarnos a nosotros mismos, sabiéndonos amados por Él.  

Propósito de hoy: siente el amor de Dios en ti y compártelo con alguien especial.