27 de noviembre: Tú eres mi riqueza .

Mateo 24, 37-44 “Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor.” 

¡Estemos preparados!  

Hoy es el Primer Domingo de Adviento, son 4 domingos que termina con el día de la Navidad, cuando nos llega Jesús, el Hijo de Dios, el amor, la bondad, el perdón. 

Y ¿Cómo me preparo?, bueno, hay muchas maneras, unas más espirituales que otras y yo te voy a sugerir esas otras, ya que vivimos una vida muy correteada y a veces no dejamos espacio para Dios. En Magdala.org hemos publicado un calendario de Adviento, que nos va dando recomendaciones diarias para practicar todos los días. Te invito a que inicies el primer día y al día siguiente le agregues ese día y el anterior, y así cada día, solo súmale en acciones, para que al final del Adviento tu corazón esté preparado para recibir a Jesús, así de sencillas son esas otras. 

El tiempo de Adviento nos da la oportunidad de comenzar de nuevo, de hacer una pausa y preguntarnos si la vida que llevamos es en realidad la que quisiéramos llevar, una vida digna, o es la que la sociedad nos pide. Tal vez, sí debemos sentarnos a recapacitar en nuestra vida. ¿Nos hemos dejado llevar por las apariencias, o practicamos el amor de Dios en el día a día? Tal vez suena difícil eso de siempre ser bueno, y es que en realidad lo es; lo importante es no confundirnos al momento de poner en una balanza, lo que es importante.  

Por ejemplo, trabajar mucho para llegar a ser ricos es una excelente forma de prosperar, la pregunta es ¿Cómo llegamos ahí de la mano de Dios? Llegamos a través del servicio. Mientras vayamos creciendo económicamente con humildad, sin pretensiones ni vanidades, sin creer que el dinero es lo que más vale en nuestra vida, y sin usar ese poder para dominar a los que tienen menos, la humildad que se nos da al ayudar, al tener compasión (que no es lo mismo que la lástima), al servir a los demás, al estar dispuestos a ser una mano amiga por más dinero que tengamos, es entonces que vamos prosperando también con el corazón. Y es ahí donde vamos preparándonos para la llegada del Salvador. Es en el amor con que hacemos las cosas, el amor con que vivimos y el amor que le damos a los que nos rodean, por más riquezas económicas que vayamos acumulando. Así, podemos decir que vamos caminando de la mano de Dios, y que nos vamos preparando para su llegada.  

Propósito de hoy: Que nuestra riqueza sea nuestra bondad, nuestra compasión y nuestro amor.