8 de octubre: Yo, te escucho.

Lucas 11, 27-28. “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios”. 

¡Dichosos los que escuchan!, para empezar.

El arte de escuchar es tan importante en las relaciones humanas. Cuando uno sabe escuchar a los demás tiene la capacidad de entender. Es por medio del entendimiento que podemos convivir mejor con los demás y si no podemos entender, tenemos que aprender a aceptar. Aceptar las situaciones aun si no van de acuerdo a la forma en que pensamos, pero que son necesarias aceptar, porque ni tú ni yo, tenemos la verdad absoluta. Como la palabra de Dios; que muchas veces no la entendemos y Él insiste en repetirnos una y otra vez para que entendamos. Muchas veces, aun si no lo entendemos lo tenemos que aceptar. Aceptar lo que quiere para cada uno, porque es por su amor que solo desea lo mejor para sus hijos.  

Recuerdas aquel viaje al que tus padres no te dejaron asistir, o el día que no pudiste manejar, o esa vez que tu pareja te dejó. Y sufriste mucho y te enojaste y renegaste contra Dios. Ese día pudieron ocurrir cosas que no eran para ti, que de haberlas hecho tal vez tu dolor hubiera sido mayor y Dios te protegió, pero tú no lo aceptaste de buena fe.  

Es tan fundamental tener fe. Y, es que la fe, de alguna manera, nos da consuelo cuando no entendemos; nos ayuda a creer que hay alguien mas grande que nosotros que sabe lo que es mejor para nosotros y nos ayuda a superar obstáculos. Y ¿Cómo es eso de la fe?. Bueno, pues la fe, la alimentamos cada día con la oración, meditando en los mandamientos y aprendiendo que, por medio de Dios somos fuertes y nos llenamos de amor. 

Propósito de hoy: comparte con alguien tu amor y tu alegría por la vida, por lo que tienes y por quién eres.