7 de septiembre: Soy bueno.

Lucas 6, 20-26. “Bienaventurados los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios”.

Bienaventurados todos los seres humanos porque somos hijos de Dios. Los pobres, los que tienen hambre, los que lloran, los despreciados. Y esto ¿Qué significa?. Yo puedo pensar que la pobreza nos refiere a la pobreza del alma, del corazón del no saber y querer entender; el hambre, al hambre de ser buenos, de saber amar a Jesus y a los demás; el llanto, ante tanta violencia y desigualdad del que somos testigos; al desprecio de los demás, precisamente por llamarnos hijos de Dios, por desear cultivar nuestra fe, por saber amar aún cuando nos hacen daño. Las bienaventuranzas, son el buen deseo de aquellos que necesitamos. 

Yo necesito de ti para el día a día, como un bebé necesita de su madre para crecer; como un hijo necesita de la enseñanza para salir adelante; como un amigo necesita al otro para confiar y no llevar la carga de nuestras tristezas solos o para compartir las alegrías del corazón. Vivimos en una sociedad donde todos podemos ser buenos si lo proponemos, en cada cosa que realicemos y en especial en la convivencia con los demás. Buenos hijos, buenos padres, buenos hermanos, buenos amigos, buenos empleados, buenos escuchas, buenos confidentes…buenos.

Propósito de hoy: Ve con alguien y escúchalo, siéntate tranquilamente a tomar un café y platiquen.