6 de agosto: Yo estoy aquí.

Marcos 9, 2-10.  

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”.

 

¿Te ha sucedido alguna experiencia inexplicable donde no sabes qué creer, o cómo reaccionar?. Seguramente que sí, y tal vez hasta nos cause miedo porque no lo podemos explicar. Imagina ahora, el asombro de quienes acompañaban a Jesús ese día. Su primera reacción fue protegerlo, hacerle una casa para que se refugiara y dejarlo fuera de peligro. ¿Haríamos eso por alguien a quien amamos?. ¡Por supuesto que sí!.

Jesús nos llena de su luz y nos invita a recibir al Espíritu Santo para que nos ayude a actuar con fe y a creer en su palabra. Él se presenta como un horizonte que hace menos nuestros miedos  y nos llena de valor para afrontar el camino de la vida, a través de su amor infinito.

Propósito del día: Acercarnos a alguien que sabemos tiene miedo y decirle que estamos ahí para protegerlos.