Mt 13, 10-17
Dichosos Ustedes porque sus ojos ven y sus oídos oyen.
En la reflexión del camino de nuestra vida hoy, podemos detenernos un segundo y pensar cuántas veces hemos sido testigos del amor de Dios, aun sin darnos cuenta.
Despertar cada mañana y sentir una alegría en nosotros, que no se ve ni se escucha, y que nos hace sentir infinitamente alegres por el nuevo día que nos espera, aun sin darnos cuenta porque despertamos así, a eso se refiere la lectura de hoy. Es ver y oír, sin ver ni oir. Es saber que existe Dios que nos llena de sus regalos, es comprender que cuando nos referimos a él, no es necesario verlo, ni oírlo, sino ver con el corazón, tener un corazón dispuesto a sentir su presencia y a aceptar sus regalos de amor.
Propósito del día: Darnos cuenta de cada regalo que recibimos hoy, para compartirlos con quién está junto a nosotros.