22 de Junio: Sembrar y cosechar

Mateo 7, 15-20

Por sus frutos los conoceréis.

“Todo árbol bueno da frutos buenos,  el árbol malo da frutos malos”. El árbol es nuestro corazón y el fruto es todo pensamiento, palabra y acción que sale de mi corazón. Por lo tanto hay que cultivar ese corazón igual que se cultiva un árbol frutal. Regarlo con el agua de la gracia de los sacramentos, especialmente la eucaristía; abonarlo con las obras de misericordia que suavizan el corazón (actos de servicio); podarlo con la confesión para remover aquello que no sirve; también nuestro árbol extiende sus frutos (exporta) es decir, contagia. Si de mi corazón sale un espíritu positivo, alegre, optimista, sencillo, amable, servicial, contagio alegría, optimismo, sencillez, servicialidad. Los que me rodean, hijos, amigos, cosecharán de mi árbol y se beneficiarán de mis frutos, ya sean buenos o malos (mal genio, negativismo, pesimismo, cansancio). Cultivemos nuestro corazón para poder exportar frutos de calidad: amor, servicio, paz, alegría, optimismo…

Propósito: hoy cultivar el árbol abonándolo con un acto de servicio hecho con una sonrisa.