2 de Junio: Abrir el regalo

Jn. 17, 20-26

Que sean completamente uno.

Jesus ruega al Padre para que seamos uno, como Él y el Padre son uno; que seamos uno, un solo corazón y una sola alma, sin divisiones, envidias, rencores; que seamos uno con nosotros mismos. Recuerdo bien una de nuestras misiones en Haití; las misioneras les contaron un cuento a los niños y jóvenes con discapacidad, todo el cuento se trataba de una caja que había llegado al pueblo, era algo muy especial, un regalo enorme para la comunidad, todos querían saber que había en la caja y la querían abrir. Finalmente abren la caja y todos podían ir a ver lo que contenía, al asomarse todos salían sonriendo. Al fondo de la caja había un espejo. El mejor regalo eres tú mismo. Como me hubiera gustado grabar la cara de los niños cuando se veían en el espejo, para muchos era la primera vez que lo hacían; otra actividad que hicieron fue escribir su nombre en un rectángulo hecho de fomy, decorarlo y colgarlo en la cabecera de su cama, bueno aquello fue una emoción, todos los chiquitos e incluso las personas mayores, llevaban de la mano a las misioneras a enseñarles su cama con un sentido de pertenencia y de “yo soy”. En Haití no habrá mucha comida, no hay electricidad, poca agua y sucia, pero lo que sí hay es unidad. Son uno, uno con “Papa Deus” que es quien les mantiene en pie; son uno como comunidad, Bosco el niño más travieso, de seis añitos, con un déficit de atención severo, es quien ayuda a los niños con autismo a parase y sentarse; son uno con ellos mismos, gozan de lo que tienen, son felices con lo poco o mucho. La sonrisa en el rostro de Jocelyn, de Fredereick, de Magdalena, no tiene precio. No hay que ir a Haití para ubicar el corazón y encontrar esa unidad de vida que Jesus ruega al Padre nos dé.

Propósito: hoy ser feliz y agradecer lo que Papa Dios nos de hoy.