9 de marzo: desempañar los ojos del alma.

Lucas 11, 29-32

A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.

Vivimos en un mundo incrédulo. Como les compartía hace una semana la pregunta de la joven, “la neta la neta todo este rollo es verdad”. Y sí, es válido hacernos la pregunta, todo eso de ayuno, sacrificio, la cruz ¿vale la pena, existe, tiene sentido? Pedimos señales, y las señales están, lo que hay que hacer es desempañar el corazón, limpiar el alma para poder verlas. Miles y miles de jóvenes en el mundo entero que salen, en Semana Santa, a las calles gritando a una sola voz “aquí hay un bando de locos, locos por Jesucristo”; basta con ver capillas de adoración llenas de almas sedientas de amor; basta con recorrer el mundo y encontrar esas veladoras rojas que se consumen, símbolo de la presencia de Cristo en el sagrario que se “consume” de amor por nosotros; basta con contemplar el milagro de la vida al ver a una madre con su hijo en brazos; el ir por las calles y ver a una pareja de ancianitos tomados de la mano; despertar una mañana y ver salir el sol. Sí, el amor existe, y para llenar el corazón de amor hay que vaciarlo, por eso el ayuno, el sacrificio, la limosna, la entrega, el servicio, la donación, todo y más con tal de poder experimentar el amor.

Propósito: hoy vaciar el corazón de mí y llenarlo del otro, llenarlo de amor.