17 de diciembre: Hoy subir “la montaña”.

Empezamos las últimas dos semanas del camino a Belén. Vamos a descubrir los secretos del Nacimiento.

El secreto del pueblo judío: la esperanza



Solemos tender al pesimismo. Basta ver el periódico para lamentar lo mal que están las cosas. Y así, con tanta tragedias y decepciones, han bajado el optimismo. 
En el fondo, hemos perdido esperanza. Y tal vez por eso nos hemos vuelto más superficiales. La superficialidad es la enfermedad de los que no esperan nada. De los que viven en un mundo sin profundidad, sin montañas que conquistar, ni misterios que penetrar. Cuando esperamos algo nos polarizamos, nos llenamos de ilusión. La esperanza nos saca de la superficialidad. La espera de Cristo ha sido la más grande que el mundo ha tenido y tiene, pues ahora esperamos su segunda venida. La Navidad nos lo recuerda cada año. Un santo definió la esperanza como la memoria del futuro. Conviene recordar siempre que lo mejor está por venir; que Cristo está por venir. Es el centro del mensaje del Adviento.

El optimismo cristiano no es una vana ilusión; es una educación del alma. El optimista es quien ha sabido educar su mirada para descubrir lo positivo que se asoma a su ventana. Y si la crónica del mundo no camina por donde quisiéramos, no es más que una invitación a mirar más alto.

Propósito: sonreír. Pensar y hablar en positivo- optimistas- lo mejor está a punto de llegar.