22 de noviembre: El valor de dos monedas.

Lucas 21:1-4

“Vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas”

Este es uno de mis pasajes favoritos. El de la viejecita que va al templo y echa  dos moneditas de muy poco valor. Cristo estaba atrás del templo con sus  discípulos, veía a todo el que pasaba y dejaban grandes cantidades de dinero. Pero él ve más allá de las monedas, logra ver el corazón de las personas y eso fue lo que vio en esa viejecita “Esa mujer dio no lo que le sobraba sino lo que necesitaba para vivir”. Generosidad extrema. Podría escribir mil y un historias de estos de tantos años de misiones, pero hay una que me marcó muchísimo. La historia de Deedi. Una mujer Haitiana, con nueve hijos, abandonada por su marido. Los tres hijos menores estaban desahuciados, el hambre era mucha y la malnutrición se había apoderado de ellos, era cuestión de tiempo. Al terminar la visita con Deedi (a quien le construimos una casa) le dejamos la mitad de una bolsa grande de almendras. Ella entró a su chosita, sacó un cuenco lo lleno de almendras y se lo llevó a su vecina que había estado viéndonos durante todo el tiempo. Como nota, la vecina era vudooista, los cristianos no suelen interactuar con ellos por miedo. Deedi, al igual que la viejecita del evangelio, dio lo que ella necesitaba para vivir. Yo me hago la pregunta, ¿doy lo que me sobra, el tiempo que me sobra, la ropa que me sobra, el dinero que me sobra? ¿o doy aquello que necesito, es decir lleno mi día de servicio a los demás, de prestar atención a los demás? No se trata de dar en cantidad, sino de dar en calidad. ¿Cuáles son esas dos moneditas que yo puedo dar? Propósito: Dedicar tiempo de calidad a quienes me rodean.