Lunes 20 de septiembre: Encender la lámpara

Lucas 8, 16-18

El candil se pone en el candelero para que los que entran tengan luz.

“No se enciende una lámpara para ponerla de bajo de la mesa”. La vocación de todo Cristiano es iluminar, brillar, encender. Quizá haya por allí algún despistado como una de mis niñas, -yo no tengo ninguna luz, ninguna lampara así que no puedo brillar- ¿fuiste bautizada? Le pregunté, sí, entonces a hacer brillar esa luz. Así es todos tenemos una lamparita dentro, lo que nos corresponde es mantenerla encendida, es decir con pilas y/o aceite, actos de servicio, de caridad, de amor; mantener esas virtudes activas para que puedan generar buenos pensamientos, juicios, acciones. Recuerdo Toronto 2002, Papa Juan Pablo II en su silla-móvil, su cabeza cabizbaja, casi no podía hablar, pero ese hombre logró mantener la atención de más de un millón de jóvenes, tenía algo, esa luz que iluminaba todo aquel acampado lleno de juventud, no necesitaba hablar, su presencia lo decía todo, su luz brillaba. Esa luz de amor, de entrega, de alegría, de paz…Eso es lo que tenemos que hacer, mantener la lámpara encendida para brillar e iluminar el camino de quién nos rodea.

Propósito: hoy ponerle pila-aceite para que mi lámpara encienda…un acto de servicio.