Viernes 3 de septiembre: Corazón nuevo

Lucas 5, 33-39

Llegará el día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.

Este evangelio del vino nuevo en odres viejos siempre me ha sido difícil de entender. Empiezan cuestionando a Cristo que por qué sus discípulos no ayunan ni hace oración y Cristo contesta: porque hacerlo si aún está el esposo con ellos en la fiesta. Luego da el ejemplo del vino nuevo en odres viejos. Cuando no entiendo algo, recurro al sagrario, a Cristo Eucaristía, Él siempre tiene la respuesta. Señor mío, ¿qué es el vino nuevo, que son lo odres viejos y nuevos? Después de un momento de reflexión entiendo. El vino nuevo es Él, es Cristo mismo, son sus palabras, sus gracias, su amor que derrama día a día a través de los sacramentos, es Él eternamente presente en la Eucaristía, es Él, que día a día repite su sacrificio de entrega en la Santa Misa por mí. Tú eres Señor el vino nuevo. Y el odre viejo (las vasijas viejas) es mi corazón. Tú no puedes entrar en un corazón viejo, sucio. No Señor, por eso aquí te traigo mi corazón, para que lo limpies, lo purifiques de toda vanidad, de todo orgullo, de toda superficialidad, de todo egoísmo, límpiame Mi corazón Señor, para que el vino de tu gracia pueda entrar en mi.

Propósito: hoy hacer limpia de mi corazón. Sacar todo malo pensamiento, todo rencor, toda “mala vibra”, para que hoy el vino de Su gracia y de Su amor pueda entrar y llenar mi corazón.