Martes 11 de mayo: Un adiós que genera nueva vida

Juan 16, 5-11

Si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor.

A nadie le gustan las despedidas, bueno por lo menos a mí no. De hecho les confieso que últimamente me cuesta horrores ir a mi casa (soy consagrada a Dios)a ver a mi viejita porque pensar en ese adiós…se me apachurra el corazón. Pero las despedidas a veces, por no decir siempre, son necesarias. Cristo hoy nos dice “es necesario que me vaya para que venga el Consolador, el Espíritu Santo”. Era necesario decirle adiós a Cristo para que viniera el a Espíritu Santo, que nos llena de sabiduría, consejo, prudencia, entendimiento, inteligencia, temor de Dios…

Y en la vida es igual, el adiós implica que alguien se va para emprender un vuelo nuevo con todo lo aprendido. En el caso de nosotros cristianos, Cristo se va y los apóstoles se fortalecen y se les enciende una llama interna que hoy sigue enciendo a miles de personas, tu fe y la mía se la debemos a ellos. Las despedidas duelen, pero despiertan un “no sé que” que genera vida. Vivamos el presente muy conscientes, que el hoy es el mañana en mí y en alguien más.

Propósito: hoy vivir el día como si fuera el primero, el único, el último.