9 DE OCTUBRE: TE BUSCARÉ DENTRO DE MI CORAZÓN.

Lucas 11, 5-13 “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre”.

Jesús nos habla muy claro, nos dice nuestras posibilidades si lo buscamos en todo momento, y también nos habla con un tono de voz más fuerte para que entendamos la naturaleza amorosa del Padre: “Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”.

Imaginemos la voluntad de Dios para complacernos, a nosotros que cometemos errores, equivocaciones, que lastimamos, que no nos arrepentimos de lo que hacemos mal, Dios que es misericordioso nos perdona y nos da más a todo aquel que se acerque a él. Sí, vivir una vida creyendo que podemos solos sin él, es una falta muy grave. Nosotros proclamamos que creemos en Dios, Padre, Todo poderoso, pero a la primera nos damos por vencido y le damos la espalda. Olvidamos sus palabras donde nos dice que vayamos a él, que nos acerquemos, que al tocar la puerta él está ahí, esperándonos. Es el Espíritu Santo el que vive en nosotros y el que está atento para despertarnos del sueño cotidiano, donde solo nos importan nuestros intereses personales. Es el el que nos incita a pedirle a Dios su amor, su perdón y es Dios el que nos da todo aquello que nos hace falta.

Es verdad que el trabajo nos remunera por desempeñarlo de la mejor manera y es por medio de Dios que tenemos esos dones que nos llevan a un empleo que vale la pena, que nos da de comer, que cubre un techo por la noche, el abrigo, la paz. Todo lo recibimos al pedir a Dios que esté con nosotros, que no nos abandone, que nos lleve de la mano, como guía segura hacia la eternidad de su amor. Nada podemos solos, es algo que debemos recordar todos los días de nuestra vida. Existimos por gracia de Dios, que nos amó desde el principio.

Recordemos aquella vez que nos perdimos, que Jesús fue por la oveja perdida, él quería encontrarnos, él nos buscó mucho más de lo que lo buscamos a él y nos encontró. Porque todo aquel que dice que no ha encontrado a Dios, es porque en realidad no lo ha buscado. Y encontrarlo significa que nos rendimos ante el odio y el orgullo, ante la soberbia y la maldad; significa que abrimos nuestro corazón y nuestra mente para encontrarlo dentro de nosotros mismos, porque es ahí, donde el esta. Hay que buscar con intención y tocar para que se abra el corazón y se derrame en cada uno la gracia de Dios Padre. Solo así vamos a poder recibir su misericordia.

Vivamos sin miedo a encontrarnos con el rostro de Jesús.

Propósito de hoy: Hoy voy a buscar dentro de mi corazón ese amor con el que nací por obra de Dios Padre, para dejarlo ser y acercarme a los demás con la alegría de ser testigo del milagro de amor de Dios, hecho en mí.