Mateo 23, 1-12 “Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra”.
La acción de hacer algo diferente a lo que decimos que vamos a hacer. Hasta Jesús les sugiere a sus discípulos que no imiten las obras de aquel que se contradice.
¡Qué tan importante es cumplir con nuestra palabra!
“Todo lo hacen para que los vea la gente”, ¿acaso así eres tú? Dice San Agustín: “¿Quieres ser grande?”. “Comienza por lo más pequeño. Piensa primero en el fundamento de la humildad”. Darse a los demás para ser el primero ante la vista de Dios. Por que es él, quién nos debe importar, ¡hacerlo todo para que Dios nos vea!, no la gente que al final del día ni siquiera nos llama para saber cómo nos sentimos. Es la presencia que tenemos por medio de nuestras acciones ante Dios, la que vale la pena perseguir. Somos hechos a imagen de su Hijo Jesucristo y como él debemos ser bondadosos con nuestros hermanos, y en la medida de nuestra fe ser humildes de corazón.
Jesús es nuestro modelo de humildad, de servicio, de perdón y al comprometernos con él, por medio de la oración, tenemos que actuar con honestidad. Es Jesus el que nos lleva hasta el Padre, por su gracia, a veces ni es tanto por nuestros méritos, sino por su amor por todos sus hijos.
Aprendamos a imitar a quien nos guía hacia el camino a la santidad, a aquellas personas que hacen lo que dicen, que saben amar, que perdonan, que ponen sus dones y talentos al servicio de los demás, con humildad. Aquellos que no son egoístas ni buscan su propio beneficio. Que sea Jesus nuestro ejemplo porque su Palabra es de vida eterna y sabe cumplir lo que promete.
Vamos imitando al Hijo de Dios, que nos da valor para seguir adelante, siempre es buen momento para construir una vida mejor; “Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Propósito de hoy: Padre, ayúdame a cumplir mi palabra y no solo hablar para llenar espacios vacíos. Que tu Palabra sea siempre la